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UMA VIAGEM PELOS PLAYGROUNDS DE ALDO VAN EYCK

  • Foto del escritor: ana paula lepori
    ana paula lepori
  • 27 mar 2021
  • 13 Min. de lectura

Actualizado: 18 may 2021

UN VIAJE POR LOS PLAYGROUNDS DE VAN EYCK



Agosto de 2002. Una intensa semana en Ámsterdam para visitar los playgrounds que proyectó Aldo van Eyck entre 1947 y 1978; obviamente no todos los playgrounds, solamente algunos de los 700 que se construyeron, solamente algunos de los que quedaron y están más o menos intactos.

En los treinta y un años que se llevó a cabo la construcción de los playgrounds en Amsterdam, Aldo van Eyck estuvo reflexionando y formulando el lugar del niño en la ciudad. Primero en la ciudad bombardeada de la posguerra, luego en las urbanizaciones nuevas, alejadas del centro que surgieron en los años 50 y 60, así como en los vacíos urbanos que surgían entre una intervención urbana y otra.

Todo esto historial de los playgrounds, yo tenía muy presente en mi visita. Primero fuimos a la exposición que se montó en el Stedelijk Museum sobre los playgrounds.

Tanto la exposición, como el itinerario de visita a los playgrounds me lo sugirió, en los e-mails que intercambiamos, Francis Strauven, sin duda el gran conocedor de la obra de Aldo van Eyck y que ha escrito un libro fundamental sobre su obra “Aldo van Eyck. The shape of relativity”.

La exposición era más bien pequeña pero bastante documentada sobre el tema, principalmente sobre los playgrounds del centro de Ámsterdam y que hoy en día ya no existen.

Los primeros playgrounds fueron construidos en los solares bombardeados en la Segunda Guerra Mundial. La función de estos playgrounds era generar nuevos espacios urbanos, borrando las huellas de un malo recuerdo...en estos solares no se volvieron a construir las casas que ahí estaban antes de la guerra como se hizo en media Europa, no se las volvieron a construir como si nada hubiera pasado....sino que en un entorno de destrucción empezaron a surgir pequeños núcleos de nueva vida, de un nuevo lugar.

Pero lo que más me llamó la atención en la exposición, fue la muestra de las cartas que la población escribió entre 1947-58 al Departamento de Obras Públicas, donde trabajaba van Eyck, pediendo más playgrounds para sus urbanizaciones, hablando de los hábitos de juego de los hijos o simplemente, comentando lo que pensaban a respecto de los playgrounds.

Estas cartas, también contenían reclamaciones a respecto de los playgrounds, principalmente con relación a las cajas de arena que, según los vecinos, muchas veces eran utilizadas por perros y gatos. Su uso inapropiado, principalmente por la noche, generó entre los vecinos de Ámsterdam-west una fuerte oposición alegando una “inevitable y seria deterioración del vecindario”.

Para el Departamento de Obras Públicas la construcción de los playgrounds era un ejercicio constante de pensar y repensar un proyecto. Un laboratorio que a cada ‘experimento’ observaba la reacción de los usuarios. Los reclamantes solían recibir una respuesta del departamento a sus cartas y, algunas veces, eran invitados a participar con su experiencia de usuario, a las discusiones de los proyectos. Las sugerencias muchas veces eran atendidas y el proyecto modificado. De esta manera, juguetes fueron retirados, materiales de revestimiento cambiados y la ubicación redefinida en muchos de los proyectos.

Esta cercanía entre usuario y autor nos sugiere la formulación de un espacio justo, fruto de la necesidad del usuario y del poder creativo del arquitecto. Inmediatamente empecé mi recorrido por estos espacios justos.

Dado a la cercanía entre el Stedelijk Museo y el Vondelpark, el recorrido por los playgrounds comenzó por ahí. Este céntrico parque de Ámsterdam es intensamente usado, principalmente en agosto. En el plan general del parque no hay ningún playground señalado sino que hay que buscarlos.

El primer playground encontrado es más bien pequeño y está oculto entre la vegetación que lo circunda. Hay una pequeña cancela que lo separa, lo protege de la ‘calle’.

Era lunes, más o menos 11 de la mañana y estaba absolutamente vacío. Empiezo a sacar fotos de la composición formal del conjunto, que en su soledad era una potente expresión plástica de formas simples, estables y arquetípicas. El equilibrio de la composición se sujetaba en la milimétrica junción entre un campo de arena (el gran circulo) con sus piedras clavadas dividiéndolo internamente en tres partes, los balancines (la 1° semicircunferencia), la cúpula (esfera), el puente (semicilíndrico) y los postes para saltos formando la otra semicircunferencia, de esta vez, imaginaria.

El equilibrio formal que presenta el conjunto, viene de la intensa búsqueda por parte de van Eyck, de un lenguaje elemental, por lo tanto, accesible a las personas, que no impone una función fija, sino que cuando vacío es una instalación, una gran escultura en el espacio público.

El equilibrio entre las formas es resultado de la influencia de la relación de Aldo con el grupo Cobra, principalmente con Brancusi, Arp y Sophie Taüber, lo que marca decisivamente su búsqueda por una arquitectura con fuerte expresión visual, de geometría clara y crecimiento orgánico en oposición a las formas puras totales.

Todavía observando el conjunto completamente vacío, se nota, a parte de su preocupación por una composición formal entre los elementos del playground, una preocupación de la relación del conjunto con el espacio. Van Eyck utiliza el recorrido del parque y entorno más inmediato para evidenciar su pequeña y puntual intervención.

Lo ubica a la orilla de un camino secundario de Vondelpark.

Los caminos secundarios de un parque nos permiten la experiencia de “perdernos un poco” de la masa, de huir de las atracciones previsibles, de los grandes flujos de visitantes. Nos permite la aventura de buscar lugares, de experimentar nuevas situaciones.

El playground solamente se ve cuando se está justo delante de él.

Van Eyck brinda con su playground / instalación a los que buscaban ‘descubrir nuevas experiencias’ cuando se alejaron de los caminos principales. Lo oculta hasta el último momento a través de la espesa vegetación que lo circunda.

Esta experiencia espacial que ofrece el recorrido culmina con la relación que el playground establece con su entorno más inmediato. El juego de contrastes. Lleno – vacío. Orgánico y geométrico.

Aldo van Eyck tenía mucho interés por la arquitectura primitiva de África dónde lo biomórfico y lo geométrico se complementan y sintetizan la principal inquietud de van Eyck: la búsqueda de los significados elementales de la arquitectura.

La observación de la ‘instalación’ con su potente composición formal-espacial se ve interrumpida con la llegada de una niña de 4 años. Su madre abre la cancela y ella dispara en dirección a los balancines y, eufórica, realiza una serie de malabarismos con el juguete. Se cuelga, con los brazos estirados de las barras más altas balanceando con las piernas cruzadas, colgase después de la altura intermedia adonde puede montarse y apoyarse sobre su barriga balanceándose y entre balanceos y saltos, la madre se acerca. La niña, segura de que su madre le cortaría libertades en el juego, sale corriendo al campo de arena donde, está segura de que su madre no se le acercaría tan fácilmente. La madre se rinde y desistiendo de controlarla tan de cerca, sentase en el banco. Es cuando ya pasada la euforia de la llegada y la huida del control de su madre, que la niña tranquilamente pasa de un juego a otro explorándolos uno a uno.

La secuencia de movimientos que realiza, así como su reacción delante de los juguetes, fue muy impactante para mí, una vez que Aldo van Eyck, cuando explica la adopción de formas elementales y geométricas para los juguetes, la describe como conjunto de elementos para ser experimentados y percibidos espacialmente, por diferentes clases de niños y con el observador en movimiento. Balancearse, colgarse, saltar son para van Eyck los conceptos elementales que transforman la composición formal-espacial en playground.

Estuvimos un buen rato observando los juegos de la niña, otros niños se acercaron y partimos, por caminos secundarios, a buscar los otros playgrounds que existían en el parque.

Llegamos al más grande de ellos. A su alrededor setos lo separan del paseo. Los setos no superan el metro de altura. Así como la altura de los niños de 3 y 4 años, a quien están dedicados los playgrounds.

Este playground mantiene, para los niños, la sorpresa hasta el último momento. Está dividido en dos partes: la primera es pequeña y está bastante alterada con la instalación de juguetes nuevos que nada tienen que ver con la propuesta de van Eyck; como por ejemplo, caballitos y toboganes de lenguaje figurativo y colores primarios. A parte de estos nuevos elementos, se mantienen el campo de arena y la cúpula.

La primera parte del playground sirve de antesala a la segunda, que se ubica en una amplia área de césped: el espejo d’agua / piscina. El espejo d’agua, de poca profundidad - aunque de profundidad superior a los espejos d’agua convencionales - tiene el mismo lenguaje de los campos de arena; bordes espesos y de altura para que se puedan utilizarlos como bancos y, internamente, son revestidos de cerámica (como las piscinas) lo que también lo diferencia de un espejo d’agua cualquiera. El material y las proporciones, en este caso, sugieren su posible uso.

Internamente la piscina / espejo d’agua posee, así como los campos de arena, bancos / cilindros que forman una semicircunferencia imaginaria y que sirven como caminos-secos, bancos, base para apoyar los juguetes, plataforma para saltar, en fin, en el tiempo que estuvimos ahí estos simples cilindros se volvieron juguetes de los más variados así como otro cilindro, de mayores proporciones, el chafariz.

Aldo van Eyck escribía que a parte de ser una experiencia con formas y espacio, los playgrounds estaban pensados para descubrir y desarrollar los movimientos de los niños, una vez que tampoco imponía una función fija, los juegos permitían que las formas asumiesen múltiples funciones, fomentando la imaginación del niño.

Lo que van Eyck experimentaba en su laboratorio era llegar al punto donde la arquitectura podría ser una prolongación del hombre, ser espacio percibido y espacio experimentado.

Bajo su particular búsqueda de los significados elementales de la arquitectura, Aldo van Eyck realizó un profundo estudio hasta ahora inédito, intitulado “El niño, la ciudad y el artista” escrito en 1962. El capítulo 4 de este ensayo, se refiere a la relación establecida entre memoria, lugar y tiempo. Para van Eyck, el problema de la afinidad y de compresibilidad del lugar no pueden ser entendidos sin los conceptos de: duración – memoria – antelación.

Aldo van Eyck entendía el presente como ‘una experiencia temporal extendida, donde pasado y futuro convergen’. Esta ‘profundidad temporal’, en que el pasado y el futuro son creados en el presente a través de la memoria y de la anticipación, conforma lo que van Eyck definía como la conciencia de la duración. Esta conciencia del presente como duración, van Eyck describe como ‘tan gratificante como opresiva es la conciencia del instante que pasa’. La experiencia de la duración hace con que el hombre siéntase integrado, presente en el tiempo y en el espacio lo que genera a su vez un sentimiento de identidad, una conciencia de lugar.

La compresión del presente donde el ser humano siéntese integrado es justamente lo opuesto del presente percibido como instante agotado, finito entre dos momentos: el pasado y el futuro. El presente agotado excluye la intervención humana, es el intervalo entre lo que fue (y ya no es) y lo que todavía no es. El presente entendido de esta manera, independe de la acción humana, lo que genera, a su vez, la aniquilación del sentimiento de identidad y, por lo tanto, la inexistencia de la conciencia de lugar. Según sus palabras,”un mundo de ‘its’”.

La relatividad ha abierto el concepto de pasado, como también lo que memoria y anticipación significan en términos de lugar y asociación. El lugar adquiere un contenido temporal y la ocasión / coyuntura un contenido de lugar. Por lo tanto el espacio y el tiempo en la experiencia humana pueden ser identificados como lugar y como ocasión / coyuntura.

Por lo tanto van Eyck pensaba que para actuar en el presente como duración era necesario interiorizar tanto el espacio como el tiempo. Volverlos cercanos al hombre que siéntese vivificando en él. Esta acción van Eyck llama: Humanizar el entorno.

El entorno humanizado que reclama Aldo van Eyck estaba presente en los playgrounds de Vondelpark, así como en los playgrounds que ocuparon los solares bombardeados de la Segunda Guerra Mundial. En el segundo playground del Vondelpark que visitamos, padres e hijos jugaban juntos en el agua, interactuando y divirtiéndose, estrechando sus relaciones.

De ahí, partimos hasta el barrio periférico de Osdorp.

Gran parte de los playgrounds fueran construidos en las urbanizaciones que surgieron entre los años 50 y 60. Osdorp estaba formado por bloques de pequeños edificios de 3 o 4 plantas o casas geminadas. Las plazas se ubican en las esquinas de las manzanas o, algunas veces, llegan a ocupar media manzana.

La ubicación de los playgrounds en la periferia es diametralmente opuesta a los que están en el centro de la ciudad. Mientras que en el centro los playgrounds están completamente expuestos a la calle, abiertos a la ciudad, sin barreras visuales que los oculte, en los playgrounds periféricos – como también los del Vondelpark - la ubicación es muy distinta.

Cuando te acercas a ellos desde las vías principales de la urbanización no los ves, están oculto detrás de una espesa masa verde de aproximadamente 1 metro de altura. Solamente cuando ya estas dentro del espacio más doméstico, por lo tanto, más territorializado del vecindario, la mancha verde se abre y aparece el playground.

Esta situación la encontré en los playgrounds siguientes que visité: Bosbraakhof, Burgerweerhof, Waterschapstraat 1,2,3,4.

En los cuatro playgrounds de Waterschapstraat se puede ver bien esta distinción. Llegábamos por una pequeña calle del barrio, camino más corto entre el último playground visitado y la Waterschapstraat. Para los que llegan desde dentro de la propia urbanización, el playground aparece completamente abierto y accesible a los usuarios, sin ninguna barrera física o visual que impida su localización, llegando hasta el mismo límite con la calle. Van Eyck en esta urbanización busca una composición – juego entre los cuatro playgrounds, relacionándolos. Una de las principales características conceptuales de los playgrounds es desarrollar los movimientos y la percepción de los niños. Aunque Aldo van Eyck buscaba garantizar a partir de las composiciones una singularidad de los proyectos, en la propuesta de Waterschapstraat Aldo juega un juego de espejismos entre el niño y la ciudad.

Van Eyck se aprovecha de la homogeneidad – y monotonía - constructiva de la urbanización, que incluso reserva el mismo tipo de parcela para la ubicación de los playgrounds, para jugar con la percepción de los niños. Repite en los cuatro proyectos los mismos elementos compositivos: el campo de arena y las barras y siempre la misma ubicación para ambas. Pero hay un único elemento cambiante en cada playground: es el tercer juego de la composición que se ubica siempre en el extremo de la esquina de la manzana. Son conos, una semiesfera o cubos sobre un pavimento cuadrado rojo. Esta pieza del juego propuesto por van Eyck es el elemento que personaliza cada uno de los playgrounds, es el elemento que sirve de orientación al niño en un barrio de espacio homogeneizado, carente del sentido de lugar.

La visita sigue por Verlaatstraat, Eduard Meijerstraart, Brediustraat, Del Court van Krempenstraat, Stráckstraat, calles de Osdorp. Era finales de agosto de 2002. Las clases de muchos niños acababan de empezar como me comentó un vecino y esto explicaba, en parte, la escasez de niños en estos playgrounds periféricos.

Hablando con una habitante de Zuideramstel, zona que posee muchos de los playgrounds que todavía se conservan con pocas alteraciones, nos cuenta que los playgrounds hoy en día no tienen el uso tan intenso como en épocas pasadas y nos señala una serie de factores que ocasionan esto, como por ejemplo que los habitantes que se trasladaron a estas urbanizaciones en los años sesenta, son personas mayores y que viven solos, los hijos crecieron y se marcharon. Los niños que actualmente viven ahí tienen una rutina llena de actividades escolares y extraescolares, pasando muy poco tiempo en su barrio. Llegan a sus casas por la noche cuando sus padres pasan a recogerlos después del trabajo.

Señala que aunque los playgrounds que están en su barrio no son tan utilizados, es un punto de encuentro de los vecinos, importante zona de paso y que hace parte de los recuerdos “más dulces (la infancia)” de muchas personas.

Seguimos por el barrio. Visitamos los playgrounds de Grote Ruwenberg, Tongelaar, Aldendriel, Zuidewijn y Hillenraadt. Posteriormente, los playgrounds ubicados en Groot Blankenberg, Keverberg, Sonneveld, Overvoorde, Persijn (en obras), Schierstins y Wedderborg.

Estas callejuelas donde están ubicados los playgrounds, casi siempre son interiores a las urbanizaciones, de modo que el uso de los playgrounds es muy restricto al vecindario más cercano a ellos. El carácter de espacio público que es, en algunas de las urbanizaciones se convierte en espacio doméstico, extensión de las viviendas, dónde incluso encontramos a los juguetes de los niños abandonados en los playgrounds, como se del salón de sus casas se tratara.

Después de visitar 25 de los playgrounds que están inalterados o poco alterados, visito en su casa de Leuven en Bélgica a Francis Strauven.

Strauven es el autor de ‘Aldo van Eyck. The shape of relativity’, el libro más completo sobre la obra y la vida de van Eyck. Nos presentamos, hablé un poco del tema de la tesis, sobre la importancia de la obra de van Eyck para el estudio que quería desarrollar.

Estábamos de acuerdo que la obra de van Eyck y, específicamente los playgrounds, eran una fuente rica de información sobre la inteligibilidad del objeto. A través de los escritos de van Eyck sobre el tema y del propio historial de la ejecución de los playgrounds, como también de la posterior incorporación de los playgrounds en la ciudad, se podría ver de una manera evidente, la importancia de una ‘proyección hacia tras’ conciente generadora de un objeto inteligente, coherente con la ‘proyección hacia delante’ que se propone y que hasta hoy no dejaba de dialogar con la ciudad, con el lugar y con el niño.

Le hago una serie de preguntas sobre la lectura que Aldo van Eyck tenía de su ciudad, de cómo esto se reflejaba en su arquitectura, sobre su proceso de proyectar, el grado de influencia que la participación popular tenía en los proyectos entre otras.

Nuestra conversación es larga. Strauven comenta lo complicado que llega a ser el desarrollo del proyecto con la participación popular. El largo y complejo proceso que se añade al proyecto, pero también de la rapidez de interacción arquitecto – objeto – usuario que pasa a existir entonces. Habló también del desarrollo de los distintos juegos, los varios conjuntos que fueron surgiendo a lo largo de los años, los cambios de formas, materiales, de ‘potencialidades de movimiento’ que podían generar...del largo proceso de reflexión sobre los movimientos instintivos del hombre, la arquitectura elemental, biomórfica, de la reflexión y ejercicio constante de construcción de lugar, en fin, temas que la trascripción de la charla de hora y media que mantuvimos ayudará a conocer más a fondo el proceso de investigación que van Eyck realizó sobre la arquitectura, el lugar y el hombre a través de playgrounds.

Vuelvo a Ámsterdam. Es domingo y después de una semana de frío y lluvia en pleno mes de agosto, el sol brilla intensamente. Vuelvo al Vondelpark. Entro por la pequeña parte del parque que está separada del resto por una calle de tráfico intenso. Encuentro el tercer playground que no había logrado encontrar el primer día. Sigue la misma implantación de los otros dos. Apartado de los caminos principales del parque, medio oculto entre los setos. Está vacío. Se acerca una familia. La reacción de la niña mayor es la misma que había presenciado en el primer playground que vi en Vondelpark. Corrió en dirección a los juegos, rápidamente se pasó de uno a otro, probándolos todos. Otros niños llegaron, jugaron en la caverna, probaron el contador gigante, la arena y después, la niña llevó al padre hasta la tela de araña elástica. Le invitó a jugar. Saltaron juntos durante un determinado tiempo, jugaron, estrecharon sus lazos. Ejecutaron una y otra vez, los movimientos más elementales e intuitivos, exteriorizaron los sentimientos más elementales y intuitivos. Ejecutaron la cadena de acciones y sentimientos evocados por las formas elementales, racionalizadas – y no intuitivas – de Aldo van Eyck.

Recorro una vez más los otros dos playgrounds que este día, están todavía más llenos que la primera vez que los vi. La escena se repite.

Niños jugando con los juegos de formas elementales, en el agua, con los padres, vivificando una experiencia que cada vez más es ajena a la rutina de los niños actuales, acostumbrados a la televisión, al exceso de actividades extraescolares, videojuegos. El niño, en el playground, enseña que necesita lo elemental para estar feliz.





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